Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo II (1879).pdf/147

Esta página no ha sido corregida
149
Paulo Emilio.

estorbo. Mas Perseo, anteponiendo el oro á sí mismo, á sus hijos y al reino, no quiso salvarse á costa de un poco de dinero, sino ir cautivo como otros muchos como un rico esclavo, á hacer ver á los Romanos cuánta era la riqueza que avaro y escaso les habia reservado.

Pues no solamente despidió á los Galos con embustes, sino que habiendo solevantado á Gentio el rey de Iliria, ofreciéndole trescientos talentos para que le auxiliara en la guerra, bien llegó á contarles el dinero á los que vinieron de su parte, y se lo presentó para que lo sellaran; mas luego, como Gentio, en la inteligencia de tener seguro lo que habia pedido, hubiese ejecutado una accion impla y execrable, que fué prender y poner en cadenas á los embajadores que le enviaron los Romanos, entonces, echando ya cuenta Perseo con que no era necesario el alargar dinero para que Gentio hiciese la guerra, pues habia dado pruebas bien seguras de enemistad, y por sí mismo se habia empeñado en ella con semejante injusticia, privó á aquel infeliz de los trescientos talentos, y miro con indi ferencia que en pocos dias hubiera sido con la mujer y los bijos arrojado del reino, como de un nido, por el prelor Lucio Anicio, que habia sido enviado con tropas contra él.

¡Este era el contrario contra quien marchaba Emilio! Ast á él le despreciaba; pero sus preparativos y sus fuerzas no dejaron de sorprenderle; porque los de á caballo eran cuatro mil, y poco ménos de cuarenta mil los infantes que formaban la falange. Reliróse con este aparato á las orillas del mar, por las faldas del Olimpo, á sitios que no tenian entrada, y que además habían sido defendidos por él con fosos y con vallados de madera; por lo que estaba sin sobresallo, creyendo que con el tiempo y los excesivos gastos arruinaria á Emilio. Éste en su ánimo no estaba ocioso, sino que revolvia en él toda especie de ideas y tentativas; y como viese que los soldados con la anterior indisciplina llevaban mal la inaccion, y se propasaban á