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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Mas si por dos sobre un honor se alterca, No es nuevo que recaiga en un perverso:

como en esta ocasion, dividido el pueblo entre los dos, dió motivo a que se presentaran en la palestra los hom bres más desvergonzados y corrompidos; de cuyo número era Hipérbolo Peritoide, hombre á quien no fué el poder el que le dió atrevimiento, sino que de ser atrevido pasó á tener poder, y de haber adquirido fama en la ciudad á ser su afrenta y su infamia. Este, pues, considerándose entonces muy distante del castigo de las conchas, cuando lo que verdaderamente le correspondia era un potro, esperaba que cayendo cualquiera de aquellos dos, él iba á ser el rival del que quedase: así se veja bien á las claras que se alegraba de su division, y abiertamente acaloraba al pueblo contra ambos. Enterados Nicias y Alcibiades de esta maldad, se pusieron secretamente de acuerdo, y juntando en uno los dos partidos, lograron que el ostracismo no recayese sobre ninguno de los dos, sino sobre Hipérbolo. Al principio fué este cambio materia de diversion y risa para el pueblo; pero despues ya lo sintieron, pareciéndoles que aquel recurso se habia deshonrado, empleándose en un hombre indigno: Leniendo al ostracismo por una pena que honraba; y juzgando que si bien era castigo para Tucídides, Arístides y otros semejantes, para Hipérbolo era una honra y motivo de jactancia el que fuese tratado por sa maldad como lo habian sido los varones más excelentes; segun que ya lo dijo Platon el cómico, hablando de él en estos versos:

Por sus maldades mereció esta pena; Mas por su calidad de ella era indigno:

Porque no se inventó seguramente Para tan ruin canalla el ostracismo.