Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/273

Esta página ha sido corregida
— 269 —

el mayor interés todos sus gestos, pero pronto volvió á montar, después de haber depositado con cuidado la niñita en el recado, é iba á emprender la marcha para el puesto, cuando vió surgir en súbita aparición, detrás de la paja, y disparar á todo correr, en corcel obscuro, un jinete todo vestido de negro. Espoleó para seguirlo, pues no podía dudar que por él hubiese sido dejada allí la criatura; pero en un abrir y cerrar de ojos se había desvanecido el misterioso personaje. Y caviloso se dirigió hasta su casa, seguido por toda la majada, que a pesar de todos los esfuerzos que hacía para espantarla, lo acompañó balando.

La señora, por supuesto, al oir los balidos y el tropel, creyó que las ovejas invadían la quinta y salió del puesto para atajarlas, renegando ya contra su marido que, en vez de cuidarlas, pensaba, estaría quién sabe dónde; y cuando lo vió bajarse en el palenque, siempre rodeado por las ovejas, quedó bastante sorprendida. Pero su sorpresa fué mayor cuando lo vió llegar hacia ella con el hallazgo.

—¿Y qué piensas hacer con esto?—le dijo.— ¿Para qué me traes ese monstruo?

—Lo traigo—contestó Antonio,—porque lo encontré. ¿Qué hubieras hecho tú?

La mujer no dijo nada; pues claro era que hubiera hecho lo mismo; pero consideró, y mucho más cuando le hubo contado lo de la aparición, que seguía la suerte favoreciendo á Antonio del mismo singular modo que hasta entonces había acostumbrado; y tomó de manos de su marido la horrible criaturita con la idea de que iba á ser una carga sin compensación, ó quizás algo peor. La llevó, por fin, al rancho, sin saber cómo la iba á mantener, pues no te-