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tonto es! Subía la escalera y de repente, ¡pam!, se cayó. ¡Ah qué bruto es! No tiene por qué venir aquí el gigante; no le hemos invitado. Antes Pepín hacía travesuras, pero ahora ¡es tan dulce, tan bueno, y mamá le ama tan tiernamente! Le ama tanto... más que al mundo entero, más que a sí misma, más que a la vida. Pepín es para su mamá el sol, la felicidad, la alegría. Ahora es muy pequeño y su vida es pequeña, pero después se hará grande como un gigante. Tendrá una gran barba y unos largos bigotes, y su vida será grande, clara, bella. Será bueno, inteligente y fuerte, como un gigante, ¡tan fuerte y tan inteligente! Y todo el mundo le querrá, le admirará. Tendrá en su vida penas, porque todo el mundo tiene penas, pero conocerá también grandes alegrías, claras como el sol. Entrará en la vida bello e inteligente, y el cielo azul estará suspendido sobre su cabeza, y los pájaros le cantarán sus mejores canciones, y el agua le murmurará cariñosa. Y mi Pepín mirará a su alrededor y dirá: «¡Qué bella es la vida!»

—¡Ya... ya!... No, es imposible; te tengo bien fuerte, querido chiquitín mío. ¿No te da miedo la obscuridad? Mira, se ve la luz por la ventana: es el farol de la calle, que nos alumbra. ¡Es tan tonto ese farol! ¡Se está derecho y alumbra! También a nosotros nos da un poco de luz. Se dice él: «¡Vaya, no hay luz en esa casa, los voy a alumbrar un poco!» ¡Es tan tonto ese alto farol! Mañana nos alumbrará también. Mañana... ¡Dios mío, Dios mío!

—Sí, sí... El gigante... Naturalmente... ¡Es tan