Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/80

Esta página ha sido corregida
60
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

manifestó deseos de que se le sacrificasen mis hijos en lugar de los de aquél, o que tu malvado padre perdió el amor que tenía a mis hijos y lo conservó para los de Menelao? ¿No es propio todo esto de un padre desconsiderado y cruel? Así lo creo, aunque sea contra tu opinión, diría la pobre niña si recobrara la voz. Yo no tengo, pues, remordimientos por mis actos; y si en tu opinión no pienso cuerdamente, tú, que tan recto juicio tienes, repróchanos a los de casa.

Electra.—No dirás ahora que por haber comenzado yo a insultarte he tenido que oir cuanto acabas de decirme. Pero si me lo permitieras, yo te diría la verdad de lo que hubo con relación al muerto y a mi hermana.

Clitemnestra.—Y tanto como te lo permito; porque si siempre me hablaras así, nunca oirías malas palabras de mí.

Electra.—Pues voy a hablarte. Confiesas haber matado a mi padre. ¿Qué confesión puede haber más ignominiosa que ésa, ya lo mataras con razón, ya sin ella? Pero no lo mataste con razón, sino arrebatada por los consejos de ese hombre malvado con quien ahora vives. Pregunta a la cazadora Diana por culpa de quién detuvo los vientos en Áulide; pero yo te lo dirė, pues de ella no es posible que tú lo sepas. En cierta ocasión, según he oído, cazando mi padre en el bosque de la diosa, levantó con sus pies un cornudo y abigarrado ciervo, de cuya muerte se envaneció soltando cierta irreverente palabra. Y encolerizada por esto la hija de Latona, detuvo allí a los aqueos hasta que el padre sacrificó a su hija en compensación de la fiera. Así ocurrió el sacrificio de aquélla; porque no había otra solución para que el ejército regresase a la patria o continuara su marcha hacia Troya. Contrariado, pues, el padre y obligado por tal necesidad, sacrificó a su hija; no por