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TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

Filoctetes.—Pues por tu padre y por tu madre, ioh hijo!, y también por lo que en tu casa te sea más que. rido, te suplico y te ruego que no me dejes en esta situación, solo y desamparado en medio de los males en que me ves, y que sabes que padezco; échame en tu nave como si fuera un fardo; bien sé que esta carga te ha de ocasionar mucha molestia, pero soportala. Para las almas generosas, lo feo es abominable; mas lo virtuoso, digno de honor. Para ti; el dejar de hacer esto, será oprobio vergonzoso; pero el hacerlo, toh hijol, será la mayor recompensa de tu gloria, si llegara yo vivo a la tierra etea, Ea, que la molestia no ha de durar ni siquiera un dia. Decidete; échaine como un trasto donde quieras: en la sentina, en la proa, en la popa; en donde menos pueda molestar a los compañeros, Accede por el mismo Júpiter protector de los suplicantes; hijo, créeme. Caigo ante ti de rodillas aunque no pueda, en mi desdicha, por la cojera; pero no me dejes desamparádo aquí, donde no hay huella humana; sino salvame, ya me lleves a tu patria, ya a Eubea, donde reina Calcodonte. Desde allí ya no me será largo el camino para llegar al Eta y a la montaña de Traquina y al candaloso Esperquio, para que me presentes a mi querido padre, que hace ya tiempo que temo se me haya muerto; porque muchas veces le envié suplicantes megos con los que han abordado aqui, para que viniera el tnisnio con una nave y me llevara salvo a casa. Pero, o es que la muerto, o que los comisionados, como es natural, lo creo, no haciendo caso de mi encargo, se die ron prisa ep llegar a su casa. Pero ahora, ya que en ti no sólo hallo un compañero, sino también un mensajero, salvame; compadecete de mi, considorando que a todo temor están expuestos peligrosamente los mortales para pasarlo bien o pasarlo mal. Conviene que el que está