Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/313

Esta página no ha sido corregida
293
FILOCTETES

Suelen abordar algunos contra sa voluntad, cosa que es patural que suceda bastantes veces en tan gran lapso de tiempo: éstos, cuando llegan, ¡oh hijo!, se compadecen de mi en sus conversaciones, y condolidos de mi suerte mo dejan algo de comer, o algun vestido; pero nadie, cuando de ello les hago mención, quiere conducirme a mi patria; asi que perezco en mi infortunio, siendo ya éste el décimo año que con hambre y miseria estoy alimentando esta voraz enfermedad. Esto es lo que los atridas y Ulises, ¡oh hijo!, han hecho de ini: cosa que ojalá los olimpicos dioses les hagan sufrir a ellos en venganza de mis males.

Coro.—Nos parece que, lo mismo que los extranjeros que aqui han llegado, te compadecemos, hijo de Peante.

Neoptólemo.—Y yo, por mi mismo, sé que sois sinceros en lo que decis; pues puedo atestiguarlo por haber estado con los infames atridas y el perfido Ulises.

Filoctetes.—También tu tienes algo que acusar & los perniciosos atridas, enojado por alguna injuria?

Neoptólemo.—Ojalá pudiera saciar mi cólera con mis manos, para que Micenas supiera, y también Esparta, que Esciro es madre de valientes guerreros.

Filoctetes.—Bien, hijo mio; uy cómo has llegado a tener tanto rencor contra ellos, que de ese modo log acusas?

Neoptólemo.—¡Oh hijo de Peante! Diré, aunque lo diga con pena, la injuria que me infirieron apenas llegué, pues cuando le tocó a Aquiles el turno de morir...

Filoctetes.—¡Ay de mi! No me digas más antes de que sepa primero si ha muerto el hijo de Peleo.

Neoptólemo.—Ha muerto; pero no fué hombre, sino un dios, el que le hirió, según dicen: Feho le mató.

Filoctetes.—Pues noble fué el matador y también el interfecto. Pero no sé, hijo, qué deba yo hacer pri-