Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/311

Esta página no ha sido corregida
291
FILOCTETES

vego hacia mi patria, y me llaman Neoptólemo, bijo de Aquiles.

Filoctetes.—¡Oh hijo de carísimo padre y también de amada tierra! ¡Oh alumno del anciano Licomedes! ¿Con qué objeto las abordado en esta tierra, y de dónde vlenes navegando?

Neoptólemo.—De Troya, en verdad, abora vengo con mi nave.

Filoctetes.—¿Qué dices? Porque tú no embarcaste. con nosotros cuando por primera vez salió para Troya la expedición.

Neoptólemo.—¿Acaso, pues, tú tomaste parte en BBag fatigas?

Filoctetes.—¡Ah hijo! ¿No conoces a quien estás viendo?

Neoptólemo.—¿Cómo he de conocer a quien no he visto nunca?

Filoctetes.—Ni el nombre, ni siquiera la noticia de los males en que me voy consumiendo has oído jamás?

Neoptólemo.—Ten por cierto que nada sé de todo eso de que me hablas.

Filoctetes.—¡Oh qué desgraciado sog! ¡Oí, cuanto me odian los dioses, cuando la noticia de mi desgracia no ha llegado ni a mi patria ni a ninguna parte de Grecia! Pero los que impiamente me arrojaron aqui rien en silencio, mientras mi dolencia va tomando fuerzas y aumenta de dia en dia. ¡On niño! ¡Oh hijo de Aquiles! Aquí me tienes. Yo soy aquel, que tal vez habrás oido, que es dueño de las armas de Hércules, el hijo de Peante, Filoctetes, a quien los dos generales y · el rey de los cefalonios me echaron ignominiosamente, Así, como me ves, solo, consumido por fiera dolencia y Ilagado con la cruel herida de la ponzoñosa vibora. De este modo, hijo, me dejaron aquellos aqui, abandonado,