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TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

que luego, juntándose mi agradecimiento con el de aquél, obtengas doblo favor por un solo servicio.

Lica.—Pues si siempre he desempeñado con fidelidad el oficio de Mercurio, no temas que falte a ella jamás en tu daño; ni que este cofre, tal como está, no se lo prbsente, refiriendo con toda exactitud las palabras que me has dicho.

Deyanira.—Pues ya te puedes ir; que bien sabes todo lo que en palacio ocurro.

Lica.—Lo sé, y diré que todo va bien.

Deyanira.—Y que viste por ti mismo el recibimiento que hice a la huéspeda (y cuán cariñosamente la he hospedado).

Lica.—Y tanto, que mi corazón se estremeció de alegria

Deyanira.—¿Qué otra cosa podrlas decirle? Porque temo que lo enteres de mis deseos, 'antes de saber si de él soy deseada.

Coro.—¡Oh vosotros, que habitáis los puertos, las rocas, las termas y las colinas del Etat ¡Y también los que habitan los bordes del golfo Maliaco, en la orilla consagrada a la virgen de áureas flechas, donde los helenos celebran las famosas asambleas de las Termópilast La dulcisima flauta resonará pronto entre vosotros, no para dar lorrendos sones, sino acordes con la lira de divina musa. Porque el esforzado hijo de Jupiter viene hacia su casa con el botín que ha conquistado con todo su esfuerzo; al cual, ausente de la ciudad y errante por los mares, estamos ya esperando doce meses, sin que en ese tiempo bayamos sabido nada de él; y su querida esposa, en su infortunio, afligia su triste corazón llorando sin cesar. l'ero ya Marte en uno de sus arrebatos le ha liberta lo de tan trabajosos dias. Que venga, que venga pronto; no se detenga su nave de muchos remos