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LAS TRAQUINIAS

sino que la aflicción y la alegria, van turnando sobre todos, como la Osa en su camino circular. Nada hay eterno en lo humano: ni la noche seinbrada de estrelas, ni los Infortunios; ni las riquezas; todo pasa, y se van sucediendo en cada uno la alegría y la tristeza. Estas consideraciones deben, ¡oh reina!, mantenerte en la esperanza; porque ¿quién vió jamás que Júpiter abandonara a sus hijos?

Deyanira.—Enterada, al parecer, de mis penas, vienes a corisolarme. Pero lo que yo sufro, ojalá punca lo llegues tú a saber por experiencia propia, ya que ahora inexperta de ello estás; pues la juventud se ali. menta en las estancias propias de la misma, que son tales, que nt el calor del gol ni la lluvia ni los vientos la agitan; sino que en suaves placeres goza sin pena de la vida, hasta que cambia una el nombre de doncella por el de mujer y recibe en cambio en el lecho conyugal la parte de inquietudes que le proporcionan el cuidado de su marido y el de sus hijos. Entonces solamente es cuando podrá comprender cualquiera de vosotras, al considerar sus propios desvelos, los males que me apeBadumbran. Muchos son ya, en verdad, los sufrimientos que me han hecho llorar; pero tengo uno más grave que los anteriores y que os voy a referir. Cuando mi dueño Hércules salió del pueblo para su últimą expedición, dejó en palacio una antigua tablita en la que ha bía escrito su última voluntad, cosa que antes, en las muchas expediciones que verificó, jamás quiso darme a conocer, como si saliera para realizar alguna empresa y no para morir. Pero esta vez, como si ya fuera a morir, me indicó la parte de los bienes que debla yo heredar por ser su esposa, y manifestó también la que del campo paterno asignaba a cada uno de sus hijos, habiendo fijado además el plazo de un año y tres meses