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ANTÍGONA

do que de Argos había venido con todo aparato bélico. Ejército que en contra nuestra habla levantado Polinicos, excitado por discorde lucha, y que como águila que dando agudos graznidos se lanza sobre la tierra, asl aquél se abalanzó protegido, en sus escudos blancos como la nieve, con gus armas y cascos empenachados de orin de caballo; y después de asediar la ciudad con sua lanzas, ávidas de carnicerla, abriendo la boca por todo el circuito de las siete puertas, se marchó sin poder hartar su voracidad en nuestra sangre, ni prender el fuego de resinosa tea en los muros de puestras torres: tal le stacó por la espalda el estrépito de Marte, Irresistible para el contrario dragón. Júpiter, pues, odia las bravatas de orgullosa lengaa; y al ver que se abelanzaban como impetuo9a corriente, arrogantes con el estruendo de sus doradas armas, hirió con su rayo de fuego al que, preparado ya para el asalto de nuestras almenas, se disponia a cantar victoria. Y sobre el suelo que retumbó al chocar con él,'cayó herido del rayo el que llevaba el fuego en el momento en que, con furioso empuje y lleno de rabia, respiraba contra nosotros el soplo del mes desolador viento. No sucedió como él lo degeaba; que otros reveses interla a los demás, destruyéndolos, el potente Marte en su Impetuosidad a favor nuestro. Pues los siete jefes que en las siete puertas se habian colocado contra los otros siete, dejaron sus broncineas armas, con las que elevaremos un trofeo & Júpiter, que log puso en fuga, excepto los dos infelices que, nacidos de un mismo padre y una misma madre, clavándove uno a otro sus soberanas lanzas, obtuvieron los dos la misma suerte en muerte común. Pero, puesto que la gloriosa victoria llegó felicitando a Tebas la de muchos carros, olvidémonos de la reciente guerra y vayamos a los templos de los dioses con nocturnos coros