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EDIPO EN COLONO

te, joh extranjero!, si ése llega aqui, que nadie se apo dere de mi persona jamás .

Teseo.—Con una vez basta; no necesito oir dos ve ces la misma cosa, joh anciano!; vanagloriarme no quie ro, pero sabe tú que estás salvo mientras me conserve alguno de los dioses .

Quien desea vivir más de lo debido, desde

Coro.—ñando una módica edad, manifiesta ser muy torpe, se gùn mi opinión . Porque los largos dias le colocan muy cerca del dolor, y el placer no se encuentra en parte alguna cuando alguien cae un poco más allá de lo que se propone . Pero viene en nuestro auxilio', cumpliéndo se igual en todos, la muerte, cuando la parca del Orco se nos presenta sin himeneos, sin liras, sin danzas, en los supremos momentos . No haber nacido es la suprema ra zón; pero una vez nacido, el volver al origen de donde uno ha venido es lo que procede lo más pronto posible .

Porque cuando se presenta la juventud con sus ligeras tonterías, ¿quién se libra del dolorosisimo embate de las pasiones? ¿Quién no se ve rodeado de sufrimientos?

Envidias, sublevaciones, disputas, guerras y muertes ..

Y viene, por último, la desdeñada, impotente, insocia ble y displicente vejez, en donde los mayores males de los males conviven . En ella yace este desdichado, no sólo yo; y como orilla batida por todas partes por el viento Norte que la azota con tempestuoso oleaje, asi a éste las terribles desgracias, que no le abandonan jamás, lo bambolean de alto abajo, rompiéndose contra él como olas que de todas partes vienen, unas de donde se pone el Sol, otras de Levante, otras del Mediodía y otras de los vientos del Norte .

Antígona.—Y, con efecto, ahi tenemos, según pare ce, al extranjero, que solo, joh padre!, y derramando abundantes lágrimas de sus ojos, camina hacia aqui .