Edipo. |
Teseo. |
Edipo.—Hija de este anciano ciego, Antígona, ¿a qué región hemos llegado? ¿Qué gente habita la ciudad? ¿Quién hospedará en el dia de hoy al errante Edipo, que no lleva más que pobreza? Poco, en verdad, es lo que pido y menos aún lo que traigo conmigo, y sin embargo, esto me basta. Los sufrimientos, la vejez y también mi indole propia me han enseñado a condescender con todo. Pero, hija mia, si ves algún asiento, ya sea en sitio público, ya en el bosque sagrado, párate y siéntame hasta que sepamos el lugar en que nos hallamos; pues siendo extranjeros debemos preguntar a los ciudadanos y hacer lo que nos indiquen.
Antígona.—Padre mio, infortunado Edipo, las torres que defienden la ciudad se ven ahí delante, algo lejos de nosotros. Este sitio es sagrado al parecer, pues está cu-