Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/158

Esta página ha sido corregida
138
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

tal deshonra como mía, ¿podia mirar con buenos ojos a éstos? De ninguna manera; porque si del sentido del oido pudiese haber cerradura en las orejas, no aguantaría yo el no habérselas cerrado a mi desdichado cuerpo, para que fuese ciego y además nada oyese; pues vivir con el pensamiento apartado de los males es cosa dulce. ¡Oh Citerón!, ¿por qué me recibiste? ¿Por qué, al acogerme, no me mataste en seguida, para que jamás hubiera manifestado a los hombres de dónde había nacido? ¡Oh Pólibo! ¡Oh Corinto y venerable palacio que yo creía de mi padre! ¡Cómo criasteis en mi una hermosura que no era más que envoltura de maldades! Ahora, pues, me convenzo de que soy perverso y de perversa raza nacido. ¡Oh tres caminos y ocultas cañadas y espesa selva y estrechura de la encrucijada, que mi sangre por mis mismas manos bebisteis de mi padre! ¿Acaso recordáis aún los crímenes que en vosotros cometí, y luego, al llegar aquí, cuáles otros he cometido? ¡Oh nupcias, nupcias; me engendrasteis, y habiendo concebido, fecundasteis de nuevo el mismo semen y disteis a luz padres, hermanos, hijos—sangre de la misma familia—, novias, esposas y madres y cuantas cosas ignominiosas entre los hombres haya! Pero como no se debe decir lo que no es hermoso hacer, cuanto más pronto, ¡por los dioses!, echadme, ocultadme en alguna parte; matadme o arrojadme al mar, donde jamás me podáis ver ya. Venid; dignaos tocar a un hombre miserable. Creedme, no temáis; que mis desgracias no hay quien, sino yo, sea capaz de soportarlas entre los hombres.

Coro.—Pues, respecto de lo que pides, a propósito viene aqui Creonte, para obrar y deliberar; porque en tu lugar queda él como único rey del país.

Edipo.—¡Ay de mi! ¿Qué palabras diré a éste? ¿Qué