Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/140

Esta página ha sido corregida
120
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

esto , que todo ello lo dirige contra mí una deidad cruel ? Nunca, nunca, ¡oh santa majestad divina!, vea yo ese día , sino que desaparezca borrado de los mortales , an- tes que ver impresa en mi la mancha de la deshonra .

Coro.—También nosotros , ¡ oh rey !, estamos llenos de espanto ; pero hasta que te enteres del testigo de estos hechos, ten esperanza ,

Edipo.—Y en verdad que la única esperanza que me queda es aguardar a que venga ese pastor.

Yocasta.—Y en cuanto venga , ¿qué piensas hacer?

Edipo.—Voy a decirtelo . Si efectivamente dice lo mismo que tú has dicho, nada tengo yo que temer.

Yocasta.—¿Qué palabra tan importante es la que me oiste?

Edipo.—Has dicho que él manifestó que lo mataron unos ladrones . Si ahora persiste en afirmar que eran varios , no lo matė yo ; pues uno solo nunca puede ser igual a muchos; pero si dice que lo mató un hombre solo , claro está ya que ese crimen recae sobre mí .

Yocasta.—Pues sepas que públicamente hizo tal declaración, y no es posible que ahora se retracte ; porque la oyó toda la ciudad , no yo solamente . Y aun cuando se apartara un poco de su declaración anterior, nunca jamás , ¡ oh rey !, probaría que tú seas el matador de Layo , quien , según el oráculo de Apolo , debía mo- rir a manos del hijo que tuviera de mí . Y claro está que no pudo matarlo aquel hijo desdichado, porque murió antes que él . De modo que ni en este caso ni en nin- gún otro que en adelante ocurra , he de prestar fe a ningún oráculo .

Edipo.—Muy bien has discurrido ; pero , sin embargo, envía a llamar al pastor ; no difieras esto .

Yocasta.—Voy a enviar en seguida ; pero entremos en palacio , que nada haré que no sea de tu gusto .