Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/108

Esta página ha sido corregida
88
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

Orestes.—Todo va bien en palacio si el oráculo de Apolo no nos engañó.

Electra.—¿Ha muerto la infeliz?

Orestes.—No temas ya que la soberbia de la madre te insulte jamás.

 Electra.—........................................................................................................................................................................................................
 Orestes.—........................................................................................................................................................................................................

Coro.—Cesad, pues ya veo cerca a Egisto.

 Orestes.—........................................................................................................................................................................................................

Electra.—¡Oh hijas!, ¿no os iréis dentro?

Orestes.—¿Dónde veis a ese hombre?

Electra.—Hacia nosotros viene gozoso desde el arrabal...

Coro.—Retiraos en el vestibulo cuanto más pronto, y que ahora obtengáis tan buen éxito como antes.

Orestes.—¡Ánimo! Lo obtendremos.

Electra.—Date prisa, pues.

Orestes.—Ya me retiro.

Electra.—Lo de aqui queda a mi cuidado.

Coro.—Bueno sería decir amistosamente algunas palabras a este hombre, para que caiga más impensadamente ante el tribunal de la justicia.

Egisto.—¿Quién de vosotras sabe dónde están los extranjeros de Fócida que, según dicen, nos han traido la noticia de que Orestes se ha dejado la vida en los certámenes ecuestres? A tí, a tí hago la pregunta; a tí, si, que tan insolente te mostrabas antes; porque creo que tú eres la más interesada en esto, y, como mejor enterada, me lo podrás decir.

Electra.—Lo sé. ¿Cómo no? ¿Podría ignorar la desgracia ocurrida al más querido de los mios?

Egisto.—¿Dónde, pues, están los extranjeros? Dímelo.

Electra.—Dentro, pues han sido bien recibidos.