Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/100

Esta página ha sido corregida
80
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

Electra.—Pues haciendo vida común con los asesinos.

Orestes.—¿Asesinos de quién? ¿De dónde procede tanta maldad?

Electra.—Asesinos de mi padre, que violentamente me tienen esclavizada.

Orestes.—¿Y quién te obliga a vivir en esa esclavitud?

Electra.—Madre se llama, pero en nada lo parece.

Orestes.—¿Qué hace? ¿Te maltrata de obra o de palabra?

Electra.—De obra, de palabra y con toda clase de tormentos.

Orestes.—¿Y no hay quien te socorra ni te defienda?

Electra.—No; pues uno que había me lo traes tú convertido en ceniza.

Orestes.—¡Ay desdichada! ¡Cómo te compadezco más al mirarte!

Electra.—Sepas, pues, que eres el único mortal que de mí se compadece.

Orestes.—Como que únicamente vengo apenado por tu misma desgracia.

Electra.—¿Eres acaso pariente mío que llegas de otro lugar?

Orestes.— Te lo diría si éstas te tienen buena voluntad.

Electra.—La tienen; de modo que hablas entre fieles amigos.

Orestes.—Suelta, pues, ese vaso para enterarte de todo.

Electra.—. Eso no, por los dioses; no me lo hagas soltar, extranjero.

Orestes.—Obedece a quien te habla, que no errarás.