El gobernador español de la ciudad de Concepcion conoció a esta jóven notable por su hermosura i cuya gracia i discrecion era superior a su belleza, i se enamoró de ella.
Hombre sin escrúpulos i de pasiones verdaderamente brutales, creyó alcanzar sus pretensiones dominando por el terror a esta desgraciada familia. A fin de realizar sus propósitos hizo llamar al señor Soto a la ciudad de Concepción; pero siéndole imposible cumplir con dicha órden por el estado de su salud, mandó a su esposa acompañada de su hija.
Inmediatamente se presentaron al gobernador, quien haciendo la mas seductora cortesía a la bella jóven, reconvino a la madre sobre que su hacienda era asilo de patriotas, donde se reunian a tertulias.
Contestó la señora Guzman que tal acusacion era falsa i aun casi imposible, estando la habitacion retirada de los caminos reales.
Despues de varias otras observaciones el gobernador se dirijió a doña Candelaria, diciéndole:
— ¿I vos tambien sois patriota? Hé aquí una