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En un hermoso fundo de campo situado cerca de la ciudad de Concepcion, vivia en 1817 el anciano don Mauricio Soto, ciego i achacoso, casado con la señora doña Manuela Guzman. Al lado de ellos vivia su hija Candelaria, que a la edad apénas de diez i siete años formaba el orgullo i las delicias de sus padres.
- ↑ Estractada de una de las cartas que el señor don Juan Egaña dirijia a su hija desde su destierro de Juan Fernandez.