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María Cornelia Olivares.


María Cornelia Olivares no era en 1817, época de su mas activa propaganda, una mujer jóen, pero era una mujer hermosa todavía. Hablaba con una facilidad estraordinaria, era casi elocuente; su fisonomía movible i espresiva contribui a dar a su palabra un colorido verdaderamente seductor. En los salones se la buscaba para oirla; era vehemente, fogosa i de una audacia temeraria. Predicaba en todas partes, hasta en la plaza pública, el óio a los estraños opresores de la patria, i exortaba a todos a la lucha, sin temer las consecuencias a que tal conducta podia arrastrarla. «Hombres i mujeres, decia, deben tomar las armas contra los tiranos. La libertad a todos beneficia, todos deben amarla i defenderla.» Parecia a veces una mujer iluminada, encargada de alguna mision providencial como Juana de Arco.

Los españoles alarmados con la propaganda de este adversario, poderoso por su misma debilidad, la amenazaron con encerrarla en una prision sino guardaba silencio; se la prohibió salir de su casa. Puede decirse que la autoridad fué amable i cortés con ella, talvez a consecuencia de antiguas relaciones i parentescos