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Manuela Rozas.

investigadoras fué sorprendida por San Bruno en el momento en que leia una importante carta de los emigrados. La señora Rozas, sin vacilar un instante, se comió la carta, i luego, dirijiéndose a San Bruno, le dijo con burlona sonrisa: — "Ahora podeis hacer mi autopsia."

Despues del triunfo de Chacabuco, San Martin fué a visitar con su estado mayor a esta hermosa i distinguida dama: el soldado de los Andes deseaba conocer personalmente a las mujeres que habian prestado servicios a la revolución. La señora Rozas salió al encuentro del jeneral i en el gran patio de la casa [1] se dieron un afectuoso abrazo. La señora Rozas conservó durante toda su vida el mas ardiente interes por lo que se relacionaba con la gloria i progreso de su pais. Vieja, enferma, víctima de todos los achaques de una edad avanzada, su patriotismo no se debilitó jamas. Vivia con su pensamiento en los dias gloriosos de nuestra independencia, que ella considera-

  1. La casa que habitaba la señora Rozas es la núm. 109 de la calle de la Catedral, la misma que hoi ocupan sus descendientes.