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Las mujeres saben callar.

cuando ya habia desaparecido, se han recordado los rasgos de su fisonomia.

¿Cómo sorprender i capturar a ese misterioso jénio del bien o del mal?

La accion de aquel fantasma se dejaba sentir en todas partes; era una figura jigantesca que saltaba las zanjas, que cruzaba los bosques, pasaba los rios a nado o sobre los lomos de su infatigable cabalgadura; pedia hospitalidad en los conventos, en los ranchos o en los palacios; por la mañana estaba al frente de su montonera i por la noche bailaba contradanza o gavota en algun salon de Santiago, i sin embargo, nadie le veia o mas bien nadie queria verle, pues habia un interes universal en ocultarlo.

Las mujeres eran detenidas en los caminos públicos por los soldados españoles que perseguian a Rodriguez, se les interrogaba si habian visto pasar a la sombra, se las amenazaba; pero jamas hubo una delacion. Las mas ignorantes campesinas comprendian que esa vision servia sus intereses, que ese perseguido fantasma era un fantasma amigo.

Las grandes damas de Santiago eran arras-