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Rosario Rosales.

castellano se dispone a la clemencia, no ante las lágrimas de la hija, sino ante la solicitud del poderoso marino. La jóven llora de placer al saber que no se la separará de su padre.

Sin recursos de ningún jénero, no llevando consigo mas ropas que las que cubrian sus cuerpos (pues no era posible burlar la vijilancia española i el gobierno prohibia estrictamente los ausilios de la familia) los desterrados se pusieron en marcha para la desierta isla. Dos años habitó la jóven con su padre un rancho espuesto a todas las intemperies del tiempo; dos años se alimentó con los frejoles de los prisioneros! Una noche un incendio redujo a cenizas su habitacion i miserable moviliario. Entónces continuaron viviendo al abrigo de las grandes rocas, a la sombra de los árboles, hasta que el triunfo de la revolucion la condujo al seno de su familia. Aquel regreso debió ser una verdadera apoteósis a la virtud i a la perseverancia sin ejemplo de Rosario Rosales.