tian, que conducia a muchos otros reos. — ¡Reos del crimen de querer tener una patria!
La jóven esposa, fuera de sí, loca de dolor, se lanza sobre un caballo para alcanzarlo; pero su debilidad era mui superior a los esfuerzos de su amor: llegó, pero llegó cuando su esposo estaba ya encerrado en la corbeta. Al apearse del caballo una violenta fatiga, la hace caer desmayada; se la restituye a la vida; pide i consigue un bote; ruega i apresura a los remeros; llega a la corbeta i ahí con cuanto tiene de espresivo el dolor i de sensible el amor i la hermosura, llora i clama porque se le permita acompañar a su esposo o por lo ménos decirle el último adios. Era imposible! La jóven desesperada se lanza al mar i hubiera perecido ahogada si un humilde i abnegado pescador no consigue salvarla.
Uno de los prisioneros políticos de Juan Fernandez [1] referia despues a su hija en una
melancólica i tierna carta, que todas las tardes veia al héroe de esta narracion a la orilla del mar, sentado sobre una roca, contemplando
- ↑ Don Juan Egaña.