correjible y mnuy á su pesar, Mustafá tuvo que soltarle la rienda á sus demasías. Causóle esto gran pesadumbre, y el quebranto de no poder conseguir que su hijo se corrijiera le ocasionó una enfermedad de cuyas resultas murió á los pocos meses.
La madre de Aladino, viendo que su hijo no queria seguir el oficio de su padre, cerró la tienda y vendió todo lo que contenia para atender á su subsistencia y á la de su hijo.
Este, no enfrenándole ya la zozobra del castigo paterno, y cuidándose muy poco de su madre, á la que tenia el atrevimiento de amenazar á la menor reconvencion que le hacia, se entregó entónces al sumo desenfreno. Juntábase continuamente con otros niños de su edad y no cesaba de jugar con ellos mas desaforadamente que antes. Continuó viviendo así hasta los quince años, sin propension á ejercicio alguno y sin reflexionar en lo que seria de él algun tiempo. Tal era su situacion, cuando un dia que estaba jugando en medio de una plaza con otros vagabundos, segun su costumbre, un estranjero que por allí pasaba se paró á mirarle.
Aquel estranjero era un mago afamado, á quien los autores que escribieron esta historia nos dan á conocer con el nombre de mago africano. Así le llamarémos, ya que verdaderamente era de Africa, aunque solo hacia dos dias que habia llegado.
Ya fuese que el mago africano, deslindador de fisonomías, hubiese advertido en el rostro de Aladino todo lo que era absolutamente necesario
para la ejecucion de lo que motivaba su viaje, ó como quiera que sea, se informó mañosamente de su familia, ejercicio é inclinaciones. Cuando supo