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CUENTOS ÁRABES.

cabeza , y que no tengo hijo ni hija, el dolor me embarga el corazón. Cuando yo muera , sepultaréis mi nombre conmigo, y desaparecerá toda mi memoria de lo que fui. En extraños recaerá mi trono, lo mismo que mi reino, y nadie se acordará de mi.»

A esto contestó el visir Fares: «Señor, yo tengo cien años mas que tú, y tampoco me ha favorecido el cielo con hijos; razón porque vivo triste y desconsolado; pero ¿qué quieres? ¿cómo podemos remediarlo?»

Contestó le el rey: «¿No sabes tú algún medio por donde pudiésemos salir de tan triste situación? Sábete,» contestó el visir, «que he oído decir que en la tierra de Sabá hay un rey llamado Salo-