- 9 — término á la aflicción general y á los temores de todas las doncellas, haciendo cambiar de ánimo al sultán. --Laudable es tu proyecto, hija mía, ¿pero cómo intentas seguirlo, porque yo creo que el mal no tiene remedio?— ¿Cómo? Siendo esposa del sultán.» Horrorizado se quedó el gran visir al oír á su hija, y empezó á hacerle reflexiones de todo género para disuadirla de semejante proyecto. Inútiles y vanos fueron sus esfuerzos; Gerenarda permaneció firme en su deseo.— «Si logro mi objeto, dijo, habré hecho un gran servicio á la humanidad y á mi patria.- No lo conseguirás, ¡infeliz! Te sucederá lo que al borrico. — ¿Y qué le sucedió? preguntó la heroica joven. — Te lo contaré en breves palabras», le respondió el gran visir, que se expresó en estos términos:
El asno, el buey y el labrador
FÁBULA
Un labrador muy rico que, además de ser dueño de heredades inmensas y de rebaños numerosos de ganado de toda especie, había recibido del cielo, como Salomón, el don de entender el lenguaje de los animales, pero con la condición de no descubrírselo á nadie, so pena de perder la vida, pasando un día por delante de un establo en que se hallaban juntos un borrico y un buey, se detuvo á escuchar el coloquio que entre sí tenían.
Lamentábase el buey de lo mucho que á él le hacían trabajar y de lo mal que le cuidaban, «mientras que á ti, le decía al borrico, te tratan con cariño, y no te emplean más que para llevar á nuestro amo al mercado.— Tú tienes la culpa, le respondió su compañero; te llaman el Tonto y á fe mía que bien mereces ese nombre tú y todos los de tu especie. ¿Por qué no haces uso de los medios que te ha dado la naturaleza para defenderte? Mira, cuando quieran uncirte al arado, pega