¡Pienso siempre en ti, joh Aziz! ¿A qué morada leja- na has huido? Responde, joh Aziz! ¿Dónde has encon- trado morada, joh viajero adorado!?
¡Piensa en mí á tu vez! Sabe que, te impulse donde te impulse el Destino, celoso de mi dicha, no podrás encontrar el calor que te guarda este pobre corazón de Aziza!
¡Pero no me escuchas, Aziz, y te alejas! ¡Y he aquí que mis ojos te echan de menos, vertiendo lágrimas inagotables!
¡Apaga tu sed en la limpidez de un agua pura, pero deja que mi dolor beba la sal de estas tristes lágri- mas, ocultas en mis órbitas profundas!
¡Llora, corazón mio, la ausencia del muy ama- do!... ¡Pienso siempre en ti, joh Aziz! ¿A qué morada lejana has huido? Responde, 1oh Aziz! ¿Dónde has en- . contrado morada, ¡oh viajero adorado!?
Terminados estos versos, se volvió, y al verme
quiso en seguida ocultar sus lágrimas y vino hacia
mi, y se estuvo de pie, sin poder hablar. Por fin
dijo: «¡Oh primo mío! Cuéntame qué ha ocurrido
esta vez.» Y le expliqué minuciosamente los mis-
teriosos ademanes de la joven. Y Aziza dijo: <¡Re-
gocijate, ¡oh primo mio! pues verás logrados tus
anhelos! Sabe que el espejo metido en el saco re-
presenta el sol que desaparece. Esta seña te invita
á dirigirte mañana por la noche à su casa. La ca-
bellera negra suelta y tapando la cara significa la
noche cubriendo el mundo con sus tinieblas. Esta