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HISTORIA DEL REY OMAR AL-NEMAN...

uno de esos jovencillos de piel de doncella, cuyo sitio está más bien en el lecho de las prostitutas que en el campo de batalla? ¡He aquí mi nombre, maldito rumí!» Y haciendo girar la espada, asestó un tremendo golpe á su adversario, que sólo se pudo resguardar haciendo dar una vuelta á su caballo. Después se lanzaron el uno contra el otro, seme- jando dos montañas que chocaran ó dos mares que se desplomasen. Y se alejaban y se aproximaban, para separarse y volver á aproximarse otra vez. Y no dejaban de darse golpes y pararlos. Todo esto á la vista de los dos ejércitos, que tan pronto vocea- ban la victoria para Scharkán como para el rey de los rinitis. Y así siguieron hasta la puesta del sol, sin ningún resultado.

Pero cuando el astro iba á desaparecer, el rey Afridonios gritó súbitamente á Scharkán: «¡Por Cristo! ¿Mira hacia atrás, campeón de la derrota, héroe de la fuga! ¡He aquí que te traen un caballo de refresco para que luches ventajosamente contra mí, que conservo el mío! ¡Esa es costumbre de es- clavos y no de guerreros! ¡Por Cristo! ¡Vales menos que un esclavo!»

Al oír estas palabras, Scharkán, en el colmo de la rabia, se volvió para ver qué caballo era aquel de que le hablaba el cristiano, y no vio ninguno. Aquello era un ardid del maldito cristiano, que, aprovechándose de aquel movimiento, que dejaba á Scharkán á merced suya, blandió la azagaya y se la tiró á la espalda.