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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

Dudú! ¡Pérfida Dudú! ¡No me hables más de eso! Pero marcha en busca de ese mercader, y dile que si desea algo que lo pida, que mi padre se lo satis- fará.» La vieja se echó á reir entonces, y dijo gui- ñando un ojo: «¡Un deseo! ¡Por Alah! ¿Quién no de- sea algo?» Y se levantó á toda prisa, y corrió á la tienda del príncipe.

Al verla llegar, sintió el príncipe que su cora- zón estallaba de alegria, y le cogió la mano, la hizo sentar junto á él, y le sirvió sorbetes y dulces. En- tonces la vieja le dijo: «¡Vengo á anunciarte una buena nueva! Mi señora la princesa Donia te saluda y te dice: «Has honrado la ciudad con tu venida y la has iluminado. Y si tienes algún deseo que ma- nifestar, exprésalo.

>>Al oir estas palabras, sintió el príncipe que su corazón volaba de alegría, y se dilató su pecho, y pensó para su alma: «El asunto va muy bien.» Y dijo á la vieja: «Sólo tengo un anhelo: ¡que hagas llegar á manos de la princesa Donia una carta que voy á escribirle, y que me traigas la contestación! >> Y ella dijo: ¡Escucho y obedezco!» Entonces Dia- dema dijo á su amigo Aziz: «¡Tráeme la escribanía de cobre, el papel y el cálamo!» Y habiéndoselo lle- vado Aziz, escribió estos versos: « «¡Este papel te lleva joh altisima! las mil cosas, las cosas diversas que he hallado en un corazón enfermo por el mal de aguardar! » En el primer renglón van las señales del fuego que