paciencia, sirven para recordarte esa virtud, tan preciosa para los enamorados; en cuanto al hueso de pata de carnero, verdaderamente no tiene expli- cación. >> Pero yo volvi á interrumpir: «¡Oh Aziza! Olvidas el cuchillo y los dos dracmas.» Y Aziza, temblando, me dijo: «¡Oh Aziz! Tengo miedo por tu suerte. Los dos dracmas simbolizan sus dos ojos. Y con eso quiere decirte: «¡Juro por mis dos ojos que si volvieses aquí y te durmieras, te degollaria con un cuchillo!» ¡Oh hijo de mi tío! ¡cuánto miedo me causa todo esto, y no tengo otro consuelo que mis sollozos!>> Entonces ini corazón se compadeció de su dolor, y le dije: «Por mi vida sobre ti, joh hija de mi tio! ¿cómo podríamos remediar este mal? ¡Ayú- dame à salir de esta desventura!» Y ella contestó: «¡Es preciso que te conformes con mis palabras y que las obedezcas, porque si no, nada haremos!»> Y yo dije: «¡Escucho y obedezco! ¡Lo juro por la ca- beza de mi padre!>>
Entonces, Aziza, confiada en mi promesa, me abrazó y me dijo: «Pues bien; he aquí mi plan. Tie- nes que dormir aquí todo el día, y de ese modo no te tentará el sueño esta noche. Y cuando despiertes, te daré de comer y beber. Y así no tendrás que te- mer nada.» Y en efecto, Aziza me obligó á acostar- me, y se puso á darme masaje, y bajo la influencia de aquel masaje tan delicioso, no tardé en dormir- me; y al despertar cuando ya anochecía, la encon- tré sentada á mi lado, haciéndome aire con el aba- nico. Y adiviné que había estado llorando, pues su