y la dejará bizca, le alargará y deformará el cuerpo, la hará pesada é innoble, convirtiéndola en masa repelente de carne fofa, suciamente acurrucada sobre su base de carnes ajadas, flácidas y colgantes. Y la mujer que, en la cama conyugal ó en otra parte, se muestra hostil á su marido, ó le irrita con palabras agrias, ó provoca su mal humor, ¡oh! á esa el Retribuidor, en el día del Juicio, le estirará la lengua sesenta codos, hasta dejarla convertida en una sucia correhuela carnosa, que se enrollará al cuello de la culpable, hecha carne horrible y lívida. Pero joh Aischah! la mujer virtuosa que no turba jamás la tranquilidad de su marido, que nunca pasa la noche fuera de su casa sin permiso, que no se emperifolla con vestiduras rebuscadas y velos preciosos, que no se pone anillas preciosas en brazos y piernas, que jamás trata de atraer las miradas de los creyentes, que es bella con la belleza natural puesta en ella por su Creador, que es dulce en palabras, rica en buenas obras, respetuosa y diligente para su marido, tierna y amante para sus hijos, buena consejera para su vecina y benévola para toda criatura de Alah, ¡esa, oh mi querida Aischah, entrará en el paraíso con los profetas y los elegidos del Señor!
Y exclamé, toda conmovida: «¡Oh Profeta de Alah! ¡me eres más caro que la sangre de mi padre y de mi madre!»
Y ahora que hemos llegado á los benditos tiem-