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LOS TRAGALUCES DEL SABER...

ron en un abrir y cerrar de ojos, y arrojando á lo lejos trajes y cotas de malla, se precipitaron, con los brazos hacia adelante, una en medio del ala derecha del ejército bekrida, y la otra en medio del ala izquierda, estremecidas y enteramente des- nudas, conservando sólo en la cabeza sus orna- mentos de color verde. Y cada cual clamó con toda su voz en la refriega un canto de guerra improvi- sado, que desde entonces se canta con el ritmo ramel pesado y en la tónica de la cuerda media del tetracordio, faltando el segundo ritmo medido sordamente por el daff.

He aquí primero el canto de guerra de Ofairah los Soles:


¡Al enemigo! ¡al enemigo! ¡al enemigo! ¡Encended la batalla, hijos de Bekr y de Zimmán, azuzad la pelea! ¡Las alturas están inundadas de escuadrones sal- rajes! ¡Adelante, pues! ¡al enemigo, al enemigo! ¡Honores, honores à quien esta mañana se vista con el manto rojo! ¡Vamos, guerreros nuestros! ¡Caed sobre ellos, y os abrazaremos con toda la fuerza de nuestros brazos! ¡Aseméjense las heridas, anchurosas, á la abertura del vestido de una loca furiosa! ¡Y os prepararemos una cama con muelles cojines! ¡Pero, si retrocedeis, huiremos de vosotros como de hombres indignos de amor!