bandejas en el preciso momento en que volvía del pueblo el buen felah. Y llegó el pobre, llevando á la cabeza una escudilla de madera llena de lentejas con aceite, al brazo izquierdo pan negro y cebollas y al brazo derecho un saco de á celemín lleno de avena para el caballo. Y vió delante de su casa la prodigiosa caravana y el pabellón de seda en donde estaba sentado Maruf rodeado de esclavos diligentes que le servían, á la vez que otros esclavos se mantenían detrás de él con los brazos cruzados sobre el pecho. Y se emocionó en extremo, y pensó: «¡Indudablemente, durante mi ausencia ha llegado aquí el sultán, haciéndose preceder por el primer mameluco que he visto! ¡Lástima que no se me haya ocurrido degollar á mis dos gallinas y guisárselas con manteca de vaca!» Y decidió hacerlo, á pesar de todo, aunque ya era tarde, y fué á buscar sus dos gallinas, para degollarlas y ofrecérselas al sultan asadas con manteca de vaca...