» Y sabe, por último, que eres el agua y la arci- lla de mi esencia, que las rosas de mi lecho se han convertido en espinas, que el sello del silencio está en mis labios, y que he renunciado á pasearme in- dolentemente»...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ LA 1.000.a NOCHE
Ella dijo:
...que el sello del silencio está en mis labios, y que he renunciado á pasearme indolentemente.»
Y plegó las dos alas de la carta, deslizó en ella un grano de almizele puro, y la entregó á su favo- rita. Y la joven la tomó, se la llevó á los labios y á la frente, se la puso sobre el corazón, y seme- jante á la paloma, fué al bosque donde tañía la flauta el príncipe Jazmín. Y le encontró sentado bajo un ciprés, con la flauta al lado y cantando este corto ghazal:
¿Qué diré al ver mi corazón? ¡Es la nube, el relámpago, el mercurio y el Océano ensangrentado! ¡Cuando termine la noche de la ausencia, nos reuni- remos como el cisne У el rio!