debía pagar á la novia una dote nupcial, que fijé en la suma de veinte mil dinares.
Luego, cuando trajeron aquella suma y se la entregaron á la desposada, me dispuse á retirar- me. Pero el califa alzó la cabeza hacia su servidor Massrur, quien dijo al punto: «A tus órdenes, joh Emir de los creyentes!» Y Harún le dijo: «Lleva' en seguida á casa del kadi Yacub, por las moles- tias que le hemos causado, la suma de doscientos mil dracmas y veinte ropones de honor.» Y sali, después de dar las gracias, dejando á Harún en el límite del júbilo. Y se me acompañó á mi casa con el dinero y los ropones.
Y he aquí que, en cuanto llegué á mi casa, vi entrar á una dama anciana, que me dijo: «¡Oh Abu- Yussef! la bienaventurada à quien acabas de liber- tar y á quien has unido con el califa, dándole por ello el título y la categoría de esposa del Emir de los Creyentes, es ya hija tuya, y me envía á pre- sentarte sus zalemas y sus votos de dicha. Y te ruega que aceptes la mitad de la dote nupcial que le ha entregado el califa. Y se excusa por no poder corresponder de mejor manera por el momento, en vista de lo que has hecho por ella. Pero ¡inschalah! algún día podrá demostrarte mejor aún su gra- titud.»
Y así diciendo, puso ante mi diez mil dinares de oro, que eran la mitad de la dote pagada à la joven, me besó la mano y se fué por su camino.
Y di gracias al Retribuidor por sus beneficios