PERO CUANDO LLEGÓ LA 983. NOCHE
Ella dijo:
...Y llegó al punto á presencia de Al-Hadi, que le dijo: «Ve en seguida al cuarto de mi hermano Al-Rachid y tráeme su cabeza. >>
Al oir estas palabras, que eran la sentencia de muerte de aquel à quien había criado, Massrur quedó estupefacto, aturdido y como herido por el rayo. Y murmuró: «De Alah somos y á Él retorna- remos.» Y acabó por salir, semejante á un hombre ebrio.
Y en el limite de la emoción, fué en busca de la princesa Khaizarán, madre de Al-Hadi y de Ha- rún Al-Rachid. Y le vió ella azorado y trastornado, y le preguntó: «¿Qué hay, ¡oh Massrur!? ¿Qué ha sucedido, para que vengas aqui á hora tan tardía de la noche? Dime qué te pasa.» Y Massrur con- testó: ¡Oh mi señora! ¡no hay recurso ni fuerza mas que en Alalı el Todopoderoso! He aquí que nuestro amo el califa Al-Hadi, tu hijo, acaba de darme esta orden: «Ve en seguida al cuarto de mi hermano Al-Rachid y tráeme su cabeza.»>
Y al oir estas palabras del portaalfanje, Khai- zarán se sintió llena de terror, y se albergó en su alma el espanto, y la emoción le apretó el corazón