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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

por ella le invadió el corazón. Y por su parte, el alma de Dalal se conmovió á la vista del joven príncipe. Y á su vez, la dama esposa del rey, cuando vió á Dalal, dijo para sí: «Eran exactas las palabras de la esclava. Es más hermosa que yo, en efecto.»

Así es que, después de las zalemas y cumplimientos, el hijo del rey dijo á su madre: «Quisiera casarme con ella, porque es evidente que se trata de una princesa con sangre de reyes.» Y la madre le dijo: «Eso es cosa tuya, hijo mío. Tú debes saber lo que haces.»

Y el joven príncipe llamó al kadí, y en aquella hora y en aquel instante hizo extender el contrato de matrimonio y celebrar sus nupcias con Dalal. Y entró en la cámara nupcial.

Pero ¿qué fué del ghul mientras tanto?

Helo aquí.

El mismo día en que se celebraron las bodas, un hombre que conducía un carnero blanco muy grande, fué á decir al rey, padre del principe: «¡Oh mi señor! Soy un feudatario tuyo, y te traigo de regalo, con motivo de las bodas, este gordo carnero blanco que hemos cebado. Pero hay que tener atado este carnero á la puerta del harén, porque ha nacido y se ha criado entre mujeres, y si le dejas abajo, balará toda la noche y no dejará dormir á nadie.» Y el rey dijo: «Está bien, lo acepto.» Y dió un ropón de honor al feudatario, que se marchó por su camino. Y entregó el carnero blanco al agá del