contarte una historia que te gustará.» Y Baibars le dijo: «Desde luego, tienes permiso.» Y el capitán de policía Gamal Al-Din dijo:
«Una vez ¡oh rey del tiempo! había un sultán que tenía una hija. Y la tal princesa era hermosa, muy hermosa, y estaba muy solicitada y muy cuidada y muy mimada. Y además era muy revoltosa. Por eso se llamaba Dalal.
Un día estaba sentada y se rascaba la cabeza. Y se encontró en la cabeza un piojo pequeño. Y le miró un rato. Luego se levantó, y le cogió en sus dedos y fué á la despensa, en donde había hileras de tinajones de aceite, de manteca y de miel. Y destapó un tinajón de aceite, dejó delicadamente el piojo en la superficie, volvió á poner la tapa de la tinaja, encerrando así al piojo, y se marchó.
Y transcurrieron los días y los años. Y la princesa Dalal llegó á cumplir los quince años, habiendo olvidado, desde mucho tiempo atrás, el piojo y su encarcelamiento en la tinaja.
Pero llegó un día en que el piojo rompió la tinaja á causa de su gordura, y salió de allí, semejante á un búfalo del Nilo en el tamaño, los cuernos y el