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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

árabes, se levantó, y antes de salir del desván, dijo al mercader: «El desván donde me hallo está lleno de oro hasta el techo. Quédate con él, como regalo mío por la amabilidad que has tenido para conmigo.» Y se despidió del mercader. ¡Y esto es lo referente á él!

En cuanto á Yasmina, hizo su entrada en el palacio. Y tras de comprarse un magnífico traje de rey, se lo puso y se sentó en el trono. Y parecía un rey hermoso. ¡Y esto es lo referente á ella!

En cuanto á su esposo, el rey que había matado al pescador y la había expulsado á ella misma, al cabo de cierto tiempo se calmó y se acordó de ella por la noche. Y á la mañana llamó á su visir, y le dijo: «¡Visir!» Y el visir contestó: «¡Presente!» El rey dijo: «Vamos, disfracémonos, y salgamos en busca de mi esposa Yasmina, la dama de los árabes.» Y el visir dijo: «Escucho y obedezco.» Y salieron del palacio con un disfraz, y anduvieron dos días en busca de Yasmina, la dama de los árabes, interrogando é informándose. Y así llegaron á la ciudad donde se encontraba ella. Y vieron su palacio. Y el rey dijo al visir: «Este palacio es nuevo aquí, pues no le he visto en mis viajes anteriores. ¿A quién pertenecerá?» Y el visir contestó: <<No lo sé. Acaso pertenezca á algún rey invasor que haya conquistado la ciudad sin que lo sepamos.» Y el rey dijo: «¡Por Alah! Puede que así sea. Por tanto, para cerciorarnos, vamos á despachar para la ciudad un pregonero anunciando que nadie debe en-