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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

rar la hermosa dahabieh de oro. Y preguntó por señas al Avispado si podía entrar para verla también por dentro. Y como Mohammad le hizo con la cabeza y con los ojos una seña que significaba que sí, ella subió á la dahabieh y se dedicó á visitarla. Entonces Mohammad el Avispado, viéndola distraida, dió vuelta sin ruido á la clavija de la dahabieh y al timón, y puso á la dahabieh en marcha, y partió.

Cuando la hija del sultán de la Tierra Verde acabó su visita, quiso salir, alzó los ojos, y vió la dahabieh en marcha, muy lejos ya de la ciudad de su padre. Y dijo al amigo del salmonete: «¿Adónde me llevas, Avispado?» El contestó: «Te llevo al palacio de un rey para que se case contigo.» Ella le dijo: «¿Será, por ventura, ese rey más hermoso que tú, Avispado?» Él contestó: «No lo sé. Pronto lo vas á ver tú misma con tus propios ojos.» Entonces ella se sacó una sortija del dedo y la tiró al río. Pero allí estaba el salmonete, que cogió la sortija y la guardó en su boca, abriéndoles camino. Luego ella. dijo al Avispado: «No me casaré mas que contigo. Y quiero entregarme á ti libremente aquí.» Y el joven Mohammad le dijo: «Está bien.» Y la tomó con su virginidad. Y gozó de ella sobre el agua.

Y cuando llegaron al punto de destino, Mohammad, el hijo del pescador, fué á ver al rey y le dijo: «Heme aquí. He traído á la hija del sultán de la Tierra Verde. Pero dice ella que no saldrá de la dahabieh mientras no le alfombres el camino con