palabra de esa historia diabólica? ¡Ay, ualah! ¿Desde cuándo, por ejemplo, contienen ciudades las sandias? ¿Y desde cuándo los huevos, después de batirlos en una era, producen pollos? ¡Confiesa, Avispado, que todo eso es una sarta de mentiras tras de mentiras!» Y el niño contestó: «¡No lo niego! ¡Pero tampoco tú ¡oh rey! deberías negar ni ocultar tus sentimientos con respecto á este pobre pescador, á quien quieres matar únicamente para quitarle su hermosa mujer, á la que has visto en la playa! ¿No te da vergüenza ante el rostro de Alah, que nos ve, desear, siendo rey y sultán, lo que no te pertenece, y robar el bien de un prójimo tuyo menos rico y menos poderoso, como lo es este pobre pescador? Por Alah y los méritos del Profeta (¡con Él la plegaria y la paz!) juro que, si en esta hora y en este instante no dejas tranquilo á este pescador y no desistes de tus malas intenciones con respecto á su mujer, haré desaparecer tu rastro y el de tu visir por la tierra de los hombres, de modo que ni las moscas puedan encontraros.»
Y tras de hablar así con una voz aterradora, el niño de mantillas dejó á todo el mundo poseído de asombro, y dijo al pescador: «Ahora, tío mío, cógeme y llévame fuera de aquí, á tu casa.» Y el pescador cogió al recién nacido de un dia, al Avispado, y sin que le molestara nadie, salió del palacio y se fué tan contento á casa de su mujer. Y cuando ella se enteró de lo que tenía que enterarse, le dijo: <Tienes que ir sin tardanza á dejar el niño donde