pescador! trae al niño que va á hablarnos.» Y dijo el pescador: «¡Que me den primero tres almohadones, y luego hablará el niño!» Y le llevaron los tres almohadones; y el pescador puso al niño en medio del diván y le apoyó en los tres almohadones. Y el rey preguntó al pescador: «¿Es éste el niño que va á contarnos la historia compuesta de mentira sobre mentira y sobre mentira?»
Y he aquí que, sin que el pescador tuviese tiempo para replicar, el niño de un día contestó: «Ante todo, sea contigo la zalema, ¡oh rey!» Y los visires y los emires y todos los demás se asombraron prodigiosamente del niño. Y el rey, tan asombrado como todos los presentes, devolvió al niño su saludo y le dijo: «¡Cuéntanos, Avispado, esa historia que es una confitura de mentiras!» Y el niño le contestó, diciendo: «¡Hela aqui! Una vez, cuando yo estaba en la fuerza de la juventud, andando fuera de la ciudad por los campos, en la época del calor, me encontré á un vendedor de sandías; y como tenía mucho calor y mucha sed, compré una sandía por un dinar de oro. Y cogí la sandía y corté una raja, que me comí y me refrescó. Luego, al mirar al interior de la sandia, vi allí una ciudad con su ciudadela. Entonces, sin vacilar, me lavé los pies uno tras de otro, y me metí en la sandía. Y empecé á pasear por allí dentro, mirando en torno mío las tiendas y las casas y los habitantes de aquella ciudad contenida en la sandía. Y seguí caminando de tal suerte hasta llegar al campo. Y vi allí una pal-