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HISTORIA DE BAIBARS...

y le dijo: «¡Oh padre! Me parece que estás preocupado y atareado. ¿Qué te ocurre, ¡por Alah sobre ti!? ¿Y cuál es el motivo de tu atareamiento y de tus preocupaciones?» Y contestó él: «¡Oh hija mia! Se trata de una cosa inexplicable, de un asunto sin resolver.» Ella dijo: «Explicamelo, no obstante. Nada hay oculto para la ciencia del Altísimo.» Entonces decidióse él á contárselo todo y á exponerle el problema que le habia propuesto mi joven esposa. Y ella se echó á reir, y dijo: «¡Maschalah! ¿Es ese el problema insoluble? Pero joh padre! si es tan sencillo como el curso del agua corriente. En efecto, la solución está clara, y se reduce á esto: por el vigor, la dureza y la resistencia, el zib del hombre de quince á treinta y cinco años es comparable á un hueso; de treinta y cinco á sesenta, á un nervio; y después de los sesenta, no es mas que una piltrafa de carne sin propiedad alguna.»

Al oir estas palabras de su hija, el kadi se dilató y se esponjó, y dijo: «¡Loores á Alah, dispensador de la inteligencia! Tú salvas mi honor, ¡oh hija bendita! é impides que se deshaga un buen matrimonio.» Y apenas fué de día, se levantó en el límite de la impaciencia, y corrió á la casa de las leyes, donde presidía la sesión de justicia, y tras de una larga espera, por fin vió entrar á la mujer á quien esperaba, ó sea á mi esposa, y al esclavo que tienes delante, ó sea yo mismo. Y después de las zalemas por una y otra parte, mi esposa dijo al kadi: «¡Ya sidi! ¿te acuerdas de mi pregunta, y has re-