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HISTORIA DE BAIBARS...

aceptado y respetado él durante cierto lapso de tiempo; pero hoy acaba de infringirlas. Así, pues, como tengo derecho á ello, quiero cesar de ser su esposa á partir de este momento, y vengo á pedirte el divorcio y á reclamar mi equipo y la pensión.» Y el kadi quiso conocer las condiciones. Y ella se las detalló, añadiendo: «Pero este hijo de ahorcado se ha sentado en una silla, ha comido una sandía y ha tomado haschich.» Y probó su aserto conmigo, que no me atrevía á negar la evidencia y me limitaba á bajar la cabeza confuso.

Entonces el kadi, que tenía buenos sentimientos y se apiadaba de mi estado, dijo á mi esposa, antes de pronunciar sentencia: «¡Oh hija de gentes de bien! Indudablemente, estás en tu derecho; pero debes ser misericordiosa.» Y como ella se sublevaba y escandalizaba y no quería escuchar ni oir nada, el kadi y todos los presentes se pusieron á rogarle con insistencia que me perdonara por aquella vez. Y como seguía siempre inexorable, acabaron por rogarle sencillamente que suspendiera su demanda de divorcio para tomarse tiempo de reflexionar acerca de si, en vista de la unanimidad de los ruegos, no sería más razonable aplazar por el momento su pretensión, sin perjuicio de llevarla á cabo otra vez en caso de necesidad. Entonces mi esposa acabó por decir de mala gana: «Bueno, consiento en reconciliarme con él; pero con la condición expresa de que el señor kadi halle respuesta á la pregunta que yo le haga.» Y el kadí dijo: «Con mucho gusto.