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HISTORIA DE BAIBARS...

haber un misterio que me gustaría mucho aclarar!» Y sin poder ya resistir á las solicitaciones de mi alma y á la intensidad de mis deseos, entré en la tienda de uno de mis amigos, y por el pronto me senté en una silla rellena de paja. Luego hice que me llevaran una sandía excelente, tras de tenerla en agua para que se refrescara. Y después de comerla con delectación, absorbí un grano de haschich en pasta, y emprendi el vuelo hacia el ensueño y el placer tranquilo. Y me senti perfectamente dichoso; y mi estómago era dichoso á causa de la sandía; y á causa de la silla rellena, también era muy dichoso mi trasero, privado del placer de las sillas durante tanto tiempo.

Pero ¡oh mi señor sultán! cuando volví á mi casa, aquello fué tremendo. Porque, no bien estuve en presencia suya, mi mujer se echó el velo por el rostro, como si, en lugar de ser su esposo, no fuera yo para ella mas que un hombre extraño, y mirándome con ira y desprecio, me gritó: «¡Oh perro hijo de perro! ¿es así como mantienes tus compromisos? ¡Vamos, sigueme! ¡Iremos á casa del kadi para arreglar el divorcio!» Y yo, con el cerebro nublado todavía por el haschich, y con el vientre pesado aún á causa de la sandía, y con el cuerpo descansado por haber sentido debajo de mis nalgas, después de tanto tiempo, una silla mullida, traté de ser audaz, negando mis tres fechorías. Pero aún no había esbozado el gesto de la negación, cuando me gritó mi esposa: «Amordaza tu lengua, ¡oh proxe-