Página:Las mil noches y una noche v22.djvu/24

Esta página ha sido corregida
22
LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

dido así en mi espíritu, regresé á mi casa y me tendí en la estera, donde me pasé los tres días consabidos, negándome á salir, pero sin poder cerrar los ojos de tanto como me preocupaba aquel mal negocio. Y cuando expiró el plazo, me levanté y salí para casa del kadi. Y con la cabeza baja, me encaminaba en pos de mi condena, cuando, al pasar por una calle situada no lejos de la morada del kadi, divisé de pronto, detrás de una ventana enrejada y entreabierta, á la joven de mis tribulaciones. Y me miró ella riendo, y me hizo con sus párpados una seña que quería decir: «¡Sube en seguida!» Y me apresuré á aprovecharme de aquella invitación, de la cual dependía mi vida, y en un abrir y cerrar de ojos llegué junto á la joven, y olvidándome de la zalema, le dije: «¡Oh hermana mía! ¡y yo que no cesaba de buscarte por todos los rincones de la ciudad! ¡Ah, en qué negocio tan malo me has metido! ¡Por Alah, que vas á hacerme descender las gradas de la muerte roja!» Y ella, besándome y estrechȧndome contra su pecho, dijo: «¿Cómo tienes tanto miedo, siendo el capitán Moin? ¡Bah! No me cuentes nada de lo que te ha sucedido, porque lo sé todo. Pero como es fácil sacarte del apuro, be esperado, para hacerlo, el último momento. ¡Y precisamente para salvarte es por lo que te he llamado, aunque fácilmente hubiera podido dejarte proseguir tu camino en pos de la condena sin remisión!» Y le di las gracias, y como era tan encantadora, no pude por menos de besar su mano, causante de mi pre-