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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

«¡Alah te colme con sus gracias ¡oh mi señor! y prolongue tus días! Pero el caso es que hemos caído en las calamidades peores desde que llegó á nuestro país el emir Maruf. Y en el estado actual de cosas, no veo puerta de salida para nosotros. Porque, de un lado, está vacío el tesoro, y de otro, tu hija es ya la esposa de ese extranjero, de ese desconocido. ¡Alah nos guarde del Maligno, del Lejano, del Maldito, del Lapidado! ¡Nuestra situación es una situación muy mala!» Y el rey, que ya empezaba á inquietarse y á impacientarse, contestó: «Tus palabras me cansan y pesan sobre mi entendimiento. En lugar de discurrir de ese modo, mejor harías en indicarme el medio de remediar la situación, y sobre todo, en probarme que mi yerno, el emir Maruf, es un impostor ó un embustero.» Y el visir contestó: «Verdad dices, ¡oh rey! y esa es una idea excelente. Hay que probar antes de condenar. Pero, para saber la verdad, nadie podrá prestarnos un concurso más precioso que tu hija la princesa. Porque nadie está tan cerca del secreto del marido como la esposa. Hazla, pues, venir aquí, con el fin de que yo pueda interrogarla desde el otro lado de la cortina que nos separe, é informarme así acerca de lo que nos interesa.» Y el rey contestó: «No hay inconveniente. ¡Y por vida de mi cabeza, que si llega á probarse que mi yerno nos ha engañado, le haré morir con la muerte peor y le daré á gustar la defunción más negra.»

Y al punto mandó que rogaran á su hija la prin-