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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

«¿Qué es eso? ¿Y de qué tiene culpa mi padre?» Él dijo: «¡Cómo! ¿No has notado que me he mostrado avaro, de una avaricia sórdida, contigo y con las damas de palacio? ¡Ah! ¡muy culpable es tu padre por no haberme permitido esperar á la llegada de mi caravana para casarme! Entonces te habría regalado algunos collares de cinco ó seis sartas de perlas gordas como huevos de paloma, algunos hermosos trajes como no los tienen las hijas de los reyes, y algunas joyas no del todo indignas de tu rango. Además, hubiera podido mostrar una mano menos cerrada á tus padres y á tus invitados. Pero ¡cómo ha de ser! Tu padre me ha comprometido con su idea de llevar las cosas demasiado de prisa, y con ella ha cometido para conmigo una acción análoga á la que comete el que quema la hierba verde aún.» Pero la joven le dijo: «Por vida tuya, no te apenes así por esas pequeñeces, y no te desazones más. Levántate ya, quitate la ropa, y ven pronto á mi lado para que nos deleitemos juntos. Y desecha todas esas ideas de regalos y otras cosas parecidas que nada tienen que ver con lo que debemos hacer esta noche. En cuanto á la caravana y á las riquezas, me tienen sin cuidado. ¡Lo que yo te pido ¡oh galán! es mucho más sencillo y más interesante que eso! Ánimo, pues, y consolida tus riñones para el combate.» Y Maruf contestó: «¡Está bien! ¡allá va! ¡allá va!»

Y así diciendo, se desnudó prestamente y avanzó, apuntando á la princesa por debajo del mosqui-