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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

de sus negocios y de sus riquezas. Y Maruf se limitaba á contestar, sonriendo: «Ya lo verá nuestro señor el rey, y quedará satisfecho cuando llegue la caravana. Y el rey se mostró entusiasmado, como todos los demás; y deseoso de saber hasta dónde alcanzaban los conocimientos de Maruf, le enseñó una perla de un tamaño y un brillo maravilloso, que costaba mil dinares lo menos, y le dijo: «¿Tienes perlas de esta especie en los fardos de tu caravana?» Y Maruf tomó la perla, la contempló con aire despectivo, y la tiró al suelo como un objeto sin valor; y poniéndole el talón encima, la pisó con toda su fuerza y la despachurró tranquilamente. Y exclamó el rey, estupefacto: «¿Qué has hecho, ¡oh hombre!? ¡Acabas de romper una perla de mil dinares!» Y Maruf, sonriendo, contestó: «¡Si, ciertamente, ese era su precio! Pero tengo yo sacos y sacos llenos de perlas infinitamente más gruesas y más hermosas que esa en los fardos de mi caravana.»

Y todavía aumentaron el asombro y la codicia del rey ante aquel discurso; y pensó: «¡Vaya! Es preciso que tome por esposo de mi hija á este hombre prodigioso...»

En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.